lunes, enero 30, 2006

Recomendación literaria


A los que le interese conocer cómo transcurrieron los años de la II República española en Jaén y provincia, así como la Guerra Civil y la represión de ambos bandos, les aconsejo leer la obra de Luis Miguel Sánchez Tostado, "Víctimas. Jaén en Guerra (1936-1950)". El libro, escrito de una manera amena, no te deja indiferente, presentando un listado de fallecidos en función de cuatro variables: de muertes con formación de causa (fusilamientos a raíz de procesos judiciales), muertes sin formación de causa ("paseos" y similares), muertes en prisión y muertes por bombardeo. En mi humilde opinión, parece haber realizado un buen, equilibrado y concienzudo trabajo, que era necesario a la altura de los años que estamos, habiendo transcurrido ya 67 de la finalización oficial de la Guerra Civil. Por mi parte, he visto reflejados una parte de las historias que mis abuelos me contaban sobre este periodo. Sin embargo, me asalta una duda. De acuerdo con el autor, en Jaén existe una notable presencia de topónimos franquistas en el callejero. ¿La recuperación de la memoria pasa por la retirada del mismo y su olvido, o bien por su retirada y custodia en un museo, o bien debemos dejarlo como está para no suscitar suspicacias y controversias a la hora de volver a denominar a dichas calles? Ojo, sé precisamente que estoy hablando del callejero de un régimen cuya única legitimidad le viene de haber ganado una guerra y entiendo que el hecho de que persistan esas denominaciones puede representar en parte un homenaje a los "vencedores". Pero también me preocupa que se intente hacer "tabla rasa" de un pasado oscuro. Ello no quita que los represaliados del bando republicano merezcan ser identificados y enterrados en paz a fin de que se les pueda honrar su memoria.

La nevada en Jaén


El fin de semana pasado, gracias a que me acerqué por mi tierra, pude presenciar un paisaje atípico de la capital, cubierta de nieve. Hasta lo que yo recuerde, no había presenciado nunca una nevada en la ciudad, puesto que la del año anterior me pilló en Granada. Lo que más me gustó de la misma fue la panorámica de mi barrio, todo cubierto de blanco, y el domingo, cuando bajé temprano a comprar el periódico, vi a padres e hijos disfrutando de la nieve. Me gusta ver la cara de los críos cuando se divierten. ¿Acaso será la nostalgia de los tiempos de la candidez infantil, que todavía no conoce la posible maldad del mundo de los adultos?